lunes, 12 de mayo de 2008

Habitación sin ventanas

Mi trabajo consiste en acercar las noticias a los lectores, facilitarles la información, ponérsela en bandeja para que sólo tengan que estirar el brazo por la mañana y de un golpe de vista enterarse de la actualidad nacional e internacional. Si, trabajo en un periódico. Evidentemente no es esa mi función básica cada día, no soy yo quien selecciona los temas durante la mayor parte del día, pero sí hay algo de verdad en eso por la noche. Se puede decir que desde el momento que el último jefe sale por la puerta, el periódico queda 'en mis manos'. Las altas esferas han depositado su confianza en mí para que desde una hora determinada hasta que cerramos la puerta y apagamos la última luz, quede yo al frente de la nave. Mi trabajo es de las pocas cosas en la vida que me tomo en serio, trato de darlo todo cada día mientras estoy currando, hago miles de horas extras (por supuesto no remuneradas), con tal de que todo salga lo mejor posible. En ocasiones es realmente estresante, pero ya nado cómodo en esas aguas, no me supera el estrés, creo que de alguna manera he aprendido a controlarlo, pero a partir de eso, nada más, sólo me queda reconocer mis enormes limitaciones. No soy una persona ilustrada, no tengo una gran cultura y poco a poco adquiero una experiencia aún por explorar, aunque me alivia un poco darme cuenta cada día que no soy el único ahí dentro. Me alivia a la vez que me desanima. A pesar de eso, con mis dos cojones, oso valorar un golpe de estado al otro lado del mundo, unas elecciones primarias en EEUU, le doy más o menos espacio a un artículo a base de contar muertos y heridos, decido si una muerte por violencia de género es más grave que otra, si la gente debe apreciar una foto u otra, o si incluyo o no que una antorcha olímpica se apaga en su recorrido sin preguntarme los porqués.
A pesar de todo eso, decido. Decido incluir una noticia, valorar al alza o a la baja otras ya discutidas durante el día, darle más o menos espacio a nuevas informaciones, y retirar planchas, o incluso parar máquinas si es necesario. Es una labor extraña. Una labor algo solitaria, ya que nadie a la mañana siguiente va a pararse a pensar si has acertado incluyendo algo o dándole peso informativo. Nadie va a pararse a pensar en ello, a no ser que no lo hayas hecho. Siempre he pensado que la labor de mi sección es como la de un árbitro; si lo hace bien, nadie habla de él, si la caga, le apalean. Por eso es algo ingrato, y por eso nunca busco un reconocimiento más allá del mío propio. Normalmente valoro yo mismo mi actuación en el día, y llego a casa más o menos contento con lo que he hecho, pero sin un referente en el que apoyarme y que me ayude a mejorar. Es extraño.
El mundo informativo es apasionante, pero a la vez, a mi parecer, tremendamente limitado. Limitado por nosotros mismos. Cada esquina esconde una noticia, cada persona, una historia que contar, pero, a pesar de lo aparentemente ilimitado del asunto, siempre tratamos de coincidir todos. Valoramos las noticias dependiendo del valor que tenga en el resto de medios, nos surtimos de noticias a base de las mismas agencias de noticias, cada día son noticia los mismos asuntos en informativos, periódicos o radios, tratados de una u otra manera, pero los mismos asuntos... no puede ser que todos coincidamos en lo mismo. No es lógico, desde luego. Demasiada casualidad. Incluso proponer un tema novedoso se convierte en ocasiones en delito o motivo de mofa si no está reflejado en las webs de la competencia, si no se refiere a un informe reciente distribuido a todos los medios. Triste pero cierto.
A veces pienso que es como estar en una habitación sin ventanas, en la que cada cierto tiempo te pasan una hoja por debajo de la puerta para contarte lo que está pasando fuera. Y, eso es lo que contamos al público. Creo, quizá debido a las limitaciones que comentaba antes, que el medio en el que trabajo trata de ser imparcial, no mojarse en asuntos políticos en exceso, simplemente intenta transmitir las noticias como son...
...Pero, ¿cómo son?. ¿Quién nos pasa la nota por debajo de la puerta?.

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