martes, 26 de agosto de 2008

Deme tres. Con final triste, por favor

Creo que he vuelto a hacerlo. Se conoce que cada cierto tiempo mi cabeza sufre un colapso, el riego sanguíneo se bloquea y mi cerebro no funciona. Habitualmente no funciona del todo bien, pero hablo de bloqueo total, no encuentro otra explicación.
Hace algo más de un mes lo he dejado con mi novia. Con mi maravillosa novia con la que compartía ya casi tres años juntos. Desgaste, malos rollos, reproches... todo lo que quieras, pero en muy breve espacio de tiempo, y no sé si con motivo suficiente para arrojar la toalla, lo he hecho. Y a todo esto ¿qué pasa por mi cabeza? nada. Nada lógico quiero decir. Pienso que seguramente lo esté haciendo mal, que la esté cagando, que estoy dejando pasar un tren extraordinario, que me estoy equivocando, que me voy a arrepentir en breve. Pero aún así no muevo un dedo. Aún así aquí estoy escribiendo estas líneas y dejando que la mierda tome forma y luego me aplaste cuando sea grande. Siento ser tan escatológico, podría decir que estoy aquí esperando a que la bola de nieve se haga más grande y que cuando no pueda pararla me aplaste, pero no me apetece, ¡qué pasa!. Prefiero hablar de mierda.
"Creo que te estás equivocando", "¿estás loco?", "pero como dejas escapar a esa tía inteligente, simpática, guapa, con valores... tu no estás bien de la azotea". "Hombre, tu sabrás, no quiero meterme, pero creo que estás cometiendo uno de los mayores errores de tu vida" (y no quería meterse eh?). "Si es lo que necesitas, pero nosé..." son algunas de las reacciones que me han llegado de los míos desde que han conocido la noticia. ¿Y yo que hago? nada. Esperar a que pase el tiempo, que sea irremediable y hundirme en la erótica del recuerdo y de lo que pudo ser y no fue, hacer mías las letras de canciones sobre fracasos... Surrealista pero cierto.
Supongo que este tipo de reacciones muy mías responden a un desorden mental que no acabo de arreglar. Mi casa desordenada, mi ropa sin planchar, mis papeles revueltos, mis cd's rayados... creo que son un fiel reflejo de lo que pasa por mi cabeza. No es broma, creo que observar el desorden en el que navego cada día es lo más parecido a meterse en mi cabeza y echar un ojo.
El próximo mes de abril cumplo treinta años. Es una edad considerable. No me había parado a pensar en ello hasta hace unos días, cuando, por primera vez yo era el mayor de un grupo de amigos con cubata en mano. No me asusto, no me entra el pánico por encontrar a la mujer de mi vida, no me ha llamado el instinto paternal, pero algo falla en mí. Mi memoria no funciona, pero cuando digo que no funciona, digo que es como tener hoy en día un video Beta. Es un diskette blando, de los de 5 y cuarto con redondel en medio en una época donde el DVD ya está casi obsoleto. Es una pena pero así es. Por ello, uno de los motivos por los que escribo en este blog (con largos paréntesis, muy típico en mí también), es por eso, para poder recordar en un futuro mucho de lo que me pasa hoy en día.
No es la primera vez que me encuentro en esta situación de punto muerto voluntario. En un resumen rápido de diez años atrás a ahora, he conocido a muchas chicas, quizás para recuperar todo el tiempo perdido de mis inicios torpes y algo tardíos con las mujeres. Pero en ese periodo de tiempo, tres han sido realmente importantes para mí. Con la primera estuve un año, pero muy intenso, vivía de alquiler y allí me plantaba yo cada día. Estaba realmente enamorado, entregado a la causa, emocionado... hasta que en un momento de bajón en la relación, me armé de valor, y borracho (error), acudí a verla para dejar las cosas claras. Le dije que si íbamos a seguir así que mejor era dejarlo. Ella dijo, "vale". Me fui llorando a casa, por listo. Me dejó, y me dejó hundido, totalmente abatido. Tiempo después ella pensó que se había equivocado, pero yo ya no estaba para ella. Había encontrado a la mujer que hasta el día de hoy más me ha querido (madrenohaymásqueuna a parte). Compartí cuatro maravillosos años con ella, llegamos a vivir juntos durante dos, pero mi cabeza se bloqueó. Decidió que ya estaba bien de compartir vida con alguien que lo da todo por mí, con alguien que estaba dispuesta a absolutamente todo por mí... Pues mi cabeza dijo que no, que eso no era bueno. Así es la muy imbécil. Hace poco tiempo me encontré con ella. Pero fue un encuentro patético. Ibamos conduciendo los dos, y yo reconocí su Peugeot 206. Ella iba sola, yo también. En una circunstancia normal, alguno de los dos hubiera pitado, y hubiéramos parado a charlar o tomar una caña. Pero la realidad fue que me puse a su altura, y cuando advirtió mi presencia, hizo un giro evasivo que ni Kimi Raikkonnen, digno del famoso Pera. (Ex delincuente y ex perto en conducción evasiva). Vi que tras el giro paró durante unos segundos. Le perdí la pista. Así se acaba una relación. Magnífico. ¿Cómo, tras tres años y pico sin vernos, con heridas supuestamente curadas, puede una situación de este tipo darse? A mí me pasa.
Ahora, de nuevo se repite la historia. Mi cabeza ha dicho basta. Nadie hubiera dado un duro por mí cuando trataba de conquistar a esta mujer por la que 'cienes y cienes' de hombres pierden la cabeza, pero no sé cómo la engañé y fui el hombre más feliz del mundo por ello. Pero como a mi cabeza no le gustan los finales felices, pues aquí estoy escribiendo el final triste que he buscado para mi historia.
Aún así, aún con finales tristes, pienso que estas tres mujeres son de lo mejor que me ha pasado en mi vida. No he perdido el tiempo en ningún momento, lo he ganado. De ellas tengo miles de pedazos impregnados en mi cuerpo que me han ayudado a definirme poco a poco, a ser lo que soy ahora, y enseñarme lo bueno que pueda tener. Lo malo que tengo venía de serie, es cosecha propia. Pero que alguien me explique por qué hago esto, un profesional tendrá que ser, pero que me explique por qué tiro a la basura los boletos de lotería ganadores sin cobrarlos, por qué no disfruto de lo bueno que me llega y busco un no sé qué, porque no sé que busco con esto.

domingo, 10 de agosto de 2008

Prohibido prohibir


Cebos vivos 24 horas

Para cualquier emergencia, siempre viene bien tener un 24 h. al lado de casa