martes, 15 de febrero de 2011

Mi cuenta atrás

En verano nos dijimos adiós con la promesa de volver a encontrarnos en diciembre. Fue una historia de amor fugaz pero intensa que nos dejó a los dos con ganas de volver a vernos. O por lo menos a mi.
Según lo acordado ella vino a visitarme en diciembre, pero los compromisos propios de la navidad truncaron ese ansiado reencuentro que tuvo que posponerse a febrero.
Han sido unos meses muy duros. La distancia nos ha separado contra mi voluntad sin ni siquiera permitirnos un mínimo contacto que calmara la ansiedad por no tenerla junto a mi. Y en la dura espera, sólo la imaginación servía para mantener vivo ese amor que se fue, como se van los amores de verano. Imaginar que nos volveríamos a encontrar hacía menos dolorosa la espera. Hacer planes imaginarios, soñar con el momento de su llegada un día tras otro, una hora tras otra, un minuto tras otro calmaba un poco el ansia de tan doloroso trance. Una cuenta atrás que parecía que nunca terminaría...
Pero por fin llegó ese momento.
La espera mereció la pena porque puntual a su cita, ella llegó. Y lo hizo un día después del día de los enamorados. Ese 15 de febrero que no olvidaré en varios meses.
Me desperté algo nervioso, he de confesarlo, y acudí veloz hasta el ordenador. Miré la hora de su llegada. Todo en orden.
Me di una ducha rápida y me puse mis mejores galas. Nervioso, titubeante y algo excitado acudí a su encuentro en esa mañana lluviosa de febrero.
Y allí estaba ella, esperando mi llegada y radiante tal y como la dejé meses atrás.
¡Por fin!, exclamé.
¡Por fin!
Mientras la abrazaba con fuerza, junto al cajero, le susurré:
¡Te quiero, paga extra, te quiero!

Gracias por su visita, Sr. López.