miércoles, 19 de marzo de 2008

Desde el cariño

El barrio de Argüelles es muy especial. Es un barrio a priori normal, uno más de los muchos que tiene una gran ciudad como Madrid, pero a mí me produce una sensación placentera al recordarlo. No, no estoy loco, no quiero a un barrio, quiero todo lo que para mí representa. Argüelles es mi abuela, Argüelles es mi niñez, Argüelles es mi pubertad, mi felicidad, mi enamoramiento, mi insensated, mi familia, y mi válvula de escape y desenfreno durante muchos años.
En Argüelles vive Lilí, mi querida abuela, mi segunda madre, una de las mujeres que más quiero. Allí vive Lilí, y junto a ella he vivido yo miles y miles de fines de semana y fiestas de guardar. He dormido con ella, me he hecho pis en su cama, me ha alimentado, me ha educado, he aprendido con ella, me ha regañado, y me ha respetado y regalado sus mejores cuidados y deseos desinteresados. Lilí es una mujer muy especial. Tiene mucho carácter, ha pasado una guerra civil y una posguerra en Madrid... y eso marca. Sigue cogiendo cualquier cosa de la calle que crea útil, no soporta hablar por teléfono si no es 'para una emergencia', apenas pone la calefacción si no están sus nietos en casa, y la fecha de caducidad de los alimentos la considera 'un engaño, para que compres más'. Así con todo, no tiene miramientos a la hora de regalar un coche, o de pagar viajes para cinco personas a Europa. Vive por y para los demás, no quiere molestar, no le gusta ser el centro de atención si eso conlleva quitar tiempo al otro. No va al médico a no ser que sea absolutamente necesario, y nunca utiliza el metro o el autobús, 'pies para qué os quiero'. Tiene 93años, y cada domingo sigue haciendo la comida con ilusión para su familia. Además, no soporta que eches una mano a la hora de recoger, si eres hombre, claro. Es espontánea, tan espontánea que a veces llega a desconcertar. No tiene término medio, o algo o alguien es una risión, o es maravilloso y guapísimo/a. Casi 29 años conociéndola me han llevado a entender, o más que entender, a asimilar como una verdad absoluta, que es mi ángel de la guarda en la tierra. No es ningún delirio, tengo esa certeza de veras. Reza con su rosario desde hace años por mi, por que crezca, por que estudie, por que acabe la carrera, por que encuentre trabajo, por que ascienda en el trabajo... y sinceramente, creo que alguien que sólo pide por los demás, siempre es escuchado. Lilí es capaz de ver a sus nietos arrojar durante horas cosas por el balcón (cosas = escupitajos, naranjas, huevos, leche, globos de agua, cubos de agua encima de paraguas en días de lluvia...) y hacerse la loca... 'porque valora que seamos felices juntos sin fisuras en la amistad'. Tiene las ideas claras, si piensa que va a hacer algo, termina haciéndolo. ¿Quieres un bocadillo?, no, ¿seguro? no, gracias Lilí. Que te hago uno hombre que estás muy delgado... no Lilí, si ya he merendado. Venga que te traigo uno... no, no, seguro, no quiero. 3 Minutos de silencio después se levanta, va a la cocina y vuelve con un bocadillo.
Lilí no oye bien, digamos que oye muy mal, o más bien que hay que dar unos gritos de pánico para que te pueda oír. La costumbre me ha llevado a hablar a grito pelao a toda persona mayor que se precie. Un error evidente, pero no puedo evitarlo. Por no nombrar el espectáculo que supone, cuando me llama por teléfono (sólo lo hace en ocasiones muy especiales como... ¡mi santo!), y si coincide que estoy en el autobús o en la redacción del periódico la gente me mira más raro que de costumbre al verme vociferar.
Lilí es en definitiva, para mí, y aunque suene cursi, una persona admirable, de la que he aprendido valores fundamentales en mi vida y a la que guardo un espacio kilométrico en mi corazón.
Dos pisos más arriba de Lilí vive mi primo, con el que he compartido toda mi vida, con el que he cometido robos (a baja escala), gamberradas de todos los colores, ligues, o más bien intentos de ligues, las primeras salidas de marcha, los primeros pedos, miles de horas y horas muertas, miles de horas y horas muertos de risa... en fin, requiere un amplio capítulo a parte. Argüelles es también el hogar de mi primera novia, en cuya casa casi viví durante un año realmente intenso.
Por todo eso, y por mucho más, y a pesar de haber vivido en la calle alcalá, en villaviciosa de odón, en la avenida donostiarra, en general margallo, o en padre claret... Argüelles será siempre mi barrio.

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