miércoles, 25 de julio de 2012

El padre de Antonio


Un árbol. Sin más. Un pequeño árbol que ha tardado treinta años en crecer así de poco.
Lo plantó en 1982 el padre de Antonio, vecino de Fuenlabrada.
Lo plantó sin más. El padre de Antonio fue lógicamente padre, también plantó un árbol pero nunca escribió un libro. Pero no importa. Plantó un árbol.
Los vecinos del bloque de viviendas donde el padre de Antonio plantó este árbol no parecían muy dispuestos a darle más oportunidades. Había crecido poco en tantos años, pero lo suficiente como para incomodar la vista de los vecinos del primero y del segundo. No lo querían y ya estaba decidido. Iban a talarlo.

En ese mismo momento, en el noveno piso del edificio, Marvis, un niño nigeriano que no había cumplido los tres años, jugaba en la terraza de su casa. En un descuido, se coló por un hueco traicionero.
Marvis caía sin remedio desde el noveno hasta el suelo. La vida del pequeño Marvis iba a ser efímera, pero aún quedaba una esperanza: el padre de Antonio.

Marvis cayó en pocos segundos y fue a parar a la copa del pequeño árbol, que hizo lo que pudo para amortiguar la caída del otro pequeño.
Y lo que consiguió fue salvar la vida de un Marvis que lloraba en el césped por los pequeños rasguños que sufrió.

El padre de Antonio, ya fallecido, había salvado una vida. Y quién sabe, quizá Marvis algún día escriba esta historia en un libro, el libro que nunca escribió el padre de Antonio. Pero no importa.


No hay comentarios: